La llegada de Emma (II): Cumpliendo 41 semanas

Este relato es la continuación de La llegada de Emma (I): Pasando la semana 40

La noche del viernes fui a caminar como de costumbre y mi frase era “Si no me dan contracciones, por lo menos tendré unas piernas torneadas después del parto” jaja, trataba de estar optimista, pero muy en el fondo estaba preocupada porque algo saliera mal, pues no faltaban los comentarios tipo

-“no se te vaya a pasar el parto”

aaay nadie les dice que eso realmente estresa mucho a una futura madre? es muy molesto. No lo haré nunca. Créanme que después de escucharlo tantas veces uno termina muy enfadada. En fin.. continúo.

Pensé que me costaría trabajo dormir, pero no fue así. Me recosté y pasé una buena noche. La última que he dormido completa desde entonces.

Me levanté tarde, vamos que no me dieron hora para ir a la inducción, así que me tomé mi tiempo, la bebé se movía bien, me bañé, me cambié, me planché el cabello (si con esa calma…) y pedí mi último antojo del embarazo: una torta de carne asada, por suerte frente al hospital venden las mejores de la ciudad.

A mediodía ahí estábamos degustando el delicioso manjar, cuando llega mi madre y empieza a capturar mi momento de atiborramiento pre-parto, mi idea era entrar bien llena a la revisión pues me han contado que las inducciones duran muchísimas horas y no te dan de comer ni de beber. Así que barriga llena, corazón contento avanzo hacia el área de urgencias, donde me pasaron, me revisaron y decidieron dejarme dentro, eran ya las 3 de la tarde.

La enfermera que me atendió era la mar de platicadora, así que mientras me ponía la bata, me revisaba si traía pintadas las uñas o si traía piercings en los lugares más insospechados (al parecer la semana pasada alguien traía un piercing “ahí” y las enfermeras no se dieron cuenta hasta la hora del parto) me comentaba acerca de su trabajo, sus hijos, el clima, etc. lo que me tranquilizó mucho. Mandaron llamar a mi esposo para que nos despidiéramos, ahí si me dió miedo, despedirnos por qué? acaso no lo volveré a ver? jaja le di un beso apasionado, bueno, más bien nervioso y me llevaron en silla de ruedas hacia el área de labor de parto, a pesar de que les demostré que podía caminar los 10 metros que nos separaban, alegando que era protocolo del hospital.

Llegando a la “toco”, lo primero que noté, aparte de los médicos en los famosos pijamas que me parecen graciosos, fue una línea roja en el piso que al parecer mi amigable enfermera no podía cruzar, en ese momento me di cuenta que quedaba desprotegida, a la deriva con nuevas enfermeras y médicos en un área restringida.

Me asignaron una cama y mientras esperaba analicé la cara de los médicos intentando descubrir cuál de ellos sería el ginecólogo en turno. Había otras dos mujeres en el área, fue un sábado tranquilo,una de ellas estaba llorando sentada y la otra estaba acostada con monitores emitiendo quejidos de cuando en cuando. Me recosté y me pusieron unos zapatos de tela, hacía frío y me dieron ganas de hacer pis. Pregunté dónde estaba el baño, pero me informaron que a partir de ahora haría en un cómodo, que dicho sea de paso, de cómodo no tiene nada…

Así que con una bata abierta por detrás y toda la vergüenza del mundo, tuve que hacer mis necesidades en esa cosa. Confieso que después de hacerlo unas 3 veces hasta me pareció la cosa más normal del mundo, locura de hospital, supongo.

Me colocaron los monitores y la intravenosa a eso de las 4:00, se presentó el ginecólogo, al cuál no había visto antes, explicándome el proceso: me pondrían oxitocina vía intravenosa, el cual me provocaría contracciones y al cabo de unas 6 horas tendría a mi niña en brazos. Estaba demasiado contenta.

La mujer que lloraba fue dada de alta y las enfermeras comentaron que le habían hecho un legrado. El ginecólogo se recostó a dormir en la camilla de enfrente, pues estaba de guardia desde un día antes y me dejó encargada con los internos sin saber lo que iba a pasar…

Continuará…

 

La llegada de Emma (III): La inducción del parto

 

12 thoughts on “La llegada de Emma (II): Cumpliendo 41 semanas

  1. Pingback: La llegada de Emma (III) : La inducción del parto |

  2. Ufff. Por un lado, entiendo los coemntarios de la gente, que pesados, yo también acabé desconectando el teléfono para que dejaran de preguntarme si estaba de parto…
    Por otro lado, no entiendo esos estúpidos protocolos, de dejarte sola en un momento tan delicado. Voy a seguir con la tercera parte!!

  3. Pingback: La llegada de Emma (IV): El ginecólogo chopper |

  4. Pingback: La llegada de Emma (I) : Pasando la semana 40. |

  5. Pingback: La llegada de Emma (V): Preparación para la cesárea |

  6. Aquí al cómodo le decimos pato… pero ¿por qué te dejaron tanto tiempo sola? porque no te llevaron cuando estabas lista para la acción y tu allí en esa sala fría, sin nadie conocido, ¿por qué tiene que ser así?

  7. Pingback: La llegada de Emma (VI): La temida cesárea |

  8. Pingback: La llegada de Emma (VII): Juntas para siempre |

Leave a comment